A la edad de 38 años llegué a Iglesia de Convertidos a Cristo, y durante un culto dominical entregué mi vida y me reconcilié con el Señor Jesucristo reconociendo que era pecadora y que no había sido la esposa que Dios desea, le pedí perdón a Dios y el me recibió como su hija.
Desde ese instante me comprometí con mi Jesús a seguir su Palabra, y desde ese instante el Señor comenzó a transformar mi corazón y mi vida, llevándome a darle prioridad a Cristo, mi esposo y mi familia.
En estos 25 años el Señor con su gran amor, a través de Su Palabra, nuestra Iglesia y nuestros pastores han ido trabajando y transformándome paso a paso, aunque aún me falta mucho camino por recorrer.
Agradezco a Dios y a nuestra amada Iglesia de Convertidos a Cristo donde llegué con un corazón enfermo, desconociendo la Palabra de Dios, y con muchas mentiras del mundo en mi cabeza, que con el amor de Cristo me han ido enseñando la Verdad: Jesucristo es la Verdad.